X(ICS) Racconti Crudeli della Giovinezza. Compañía Motus (Rimini, Italia). Dirección: Enrico Casagrande y Daniela Nicolò. Producción de vídeo: Motus & Francesco Borghuesi (p-bart.com). Edición de texto: Daniela Nicolò. Dirección técnica: Valeria Foti. Luces: Daniela Nicolò. Música en directo: Ines Quosdorf, Sergio Policicchio, Mario Ponce-Enrile.
Salamanca. 5º Festival de las Artes de Castilla y León. Teatro Caja Duero, domingo 31 de mayo de 2009. 20:00 h. Duración aproximada: 1h 10’.
sms: ¿q stás haciendo?
sms: creo q stoy esperando.
Creo q no tngo nada mejor que hacer.
—Motus—
Una terapia de choque, una experiencia de impacto. Con X(ICS) Racconti Crudeli della giovinezza, esa pieza teatral estéticamente fluida y rítmicamente accidentada —con altibajos de lentitud—, la compañía Motus nos puso, anoche, un grito en la cara y mereció nutridos aplausos.
Cuatro adolescentes miran el mundo desde el tedio de una desesperanza que no quiere rendirse a la comodidad. Juegan a tirarse delante de los coches que gastan, a doscientos kilómetros por hora, el asfalto de las autopistas. Juegan a la muerte por accidente y se besan en los intermedios de la adrenalina, sólo para devorar la vida en el riesgo. Vidas recién empezadas y agotadas en la quietud del exceso en el que ya nada sorprende y en el que, por tanto, ya no hay nada contra qué luchar: «necesito encontrar algo que me sorprenda, si no lo encuentro me muero».
La adolescencia sin obstáculos pone su energía en la estridencia y, a veces también, en el suicidio. Ellos buscan la superación de un antipático confort en el que las personas ya no se mueren de hambre pero sí de aburrimiento. ¿Qué ha sucedido? Después de la caída del muro, ¿qué ha sucedido? Una mujer joven cuenta la historia de cuando ella era una niña y su madre, no creyente, la llevaba a la iglesia en donde se reunían otros no creyentes con el único fin de no sentirse tan solos. ¿Qué ha sucedido en un mundo de batallas individualizadas, de colectivos desmontados, de viejas verdades hechas pedazos? ¿Es posible encontrar otra verdad? ¿Es necesario?
X(ICS) es el conjunto de fragmentos teatro-audiovisuales que cuentan la historia de una búsqueda en patines:
La historia habla de dos mundos que contrastan y se superponen en el gris del hormigón, habla de contrastes que destacan sobre fondo urbano de homogeneidad aparente: en uno de esos mundos, una andrógina figura con patines y capa de superhéroe (última defensa contra el naufragio en las agendas de la cotidianidad) sale (SALE) de su casa-mundo-terminado con plantas burguesas y sofá. En el otro, los jóvenes de la renuncia —los «hiper vagabundos», los-otra-vez-siempre-románticos que habitan túneles y asfalto, los que ya han decidido abandonar para nacer de otra manera, los que se suicidan (con o sin éxito) constantemente— inventan una «partitura corporal de emergencia» para cantar la necesidad de volver a lo básico: a las caricias, a la vida que vuelve a ser vida cuando se desnuda de artefactos de consumo y mide su fuerza en la supervivencia de la piel.
Entre diálogos visuales que alternan el espacio escénico en 3D con la pantalla plana del vídeo, ese chic@ sobre ruedas nos cuenta su modo de estar en el mundo gastando la decepción de sueños cumplidos que tampoco ofrecieron la felicidad: «yo me muevo, en mis patines me muevo y veo trozos de mundo. De un mundo que se está cayendo a pedazos». La sociedad de consumo, en estado de sobresaturación, agota a sus beneficiarios en falacias de objetos inútiles y los encierra entre montañas de basura.
En un momento de intensa poesía, nuestra andrógina-en-patines-primer-mundo, la que habita el desengaño de las promesas cumplidas (¿era esto lo que estábamos buscando?: ¿dejar de morir de hambre para empezar a morir de aburrimiento?) se quita su capa de superhéroe y tira, en simbólico gesto de renuncia a lo superfluo, una caja por la ventana antes de iniciar, desnuda, un descenso hacia la sencillez de una vida a la intemperie. Tira una caja por la ventana antes de bajar, a gatas, las escaleras de su casa para salir (SALIR) y entrar, desnuda, en ese anhelado “no” que, negando las promesas de un paraíso vacío, es el único que cancela todas las prohibiciones. Un “no” que detiene el mecanismo del confort y libera de los grillos del marketing. El único “no” desde el que podría reinventarse una felicidad sin prisas y sin tarjetas de crédito. Es el descenso al vagabundo como una reivindicación del viejo cínico: desnudarse para permitir que cada latido sea lento y para observar, con ojos que naufragan de belleza, esas cosas sencillas que respiran en la oscuridad de los sumideros.
De los patines a la cueva de los vagabundos. Guitarras en vivo, música en vivo, luces y ventilador en vivo, pantallas con imágenes que se actúan en vivo. La compañía se llama “Motus”. Y, también para aplaudir, nos pone en movimiento.
Catalina García García-Herreros
Salamanca, 1 de junio de 2009
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